El baile popular cubano como generador de procesos interculturales en Guadalajara
Abstract
Actualmente la ciudad de Guadalajara vive un movimiento notorio en cuestión dancística gracias a los procesos de interculturalidad que se han dado con la cultura cubana. Un sector de tapatíos de diferentes edades comienzan a acudir a las academias de la ciudad para el aprendizaje del casino (nombre que recibe la salsa cubana).
Al recibir clases de casino conocen que este ritmo surgió gracias a otros anteriormente creados como el mambo, el chachachá, el son, etc. Paulatinamente, van aprendiendo que todos estos géneros nacieron a partir de las danzas rituales de la cultura afrocubana junto con diferentes géneros europeos que se fueron incorporando a la isla.
A partir de ese momento comienzan a sentirse atraídos por el aprendizaje del género afrocubano como danzas yoruba, congo, abakuá y arará, y a conocer a sus diferentes personajes. Esto ha generado el nacimiento de talleres y clases dedicados específicamente a la danza afrocubana y que este sector dancístico comience a interesarse por las religiones afrocubanas.
Al tener Guadalajara una cantidad considerable de actividades en torno a la práctica del baile popular cubano y a su cultura comienzan a darse modificaciones en torno a la identidad, incorporando prácticas, creencias y lenguajes apegados a la cultura cubana.
Como hipótesis para discutir esta situación podría ser que en el México precolombino las imágenes de danzantes eran bastas, la danza junto con la música fueron elementos utilizados para la ritualidad y crear un contacto con lo divino. Esta situación se vio fortalecida con la entrada del esclavo africano, quién también hace uso de su corporalidad, la danza y la música para establecer un contacto con sus dioses.
Se realizó una investigación y una recaudación de datos para precisar que tanta influencia africana pudo tener la ciudad de Guadalajara. Las investigaciones de los doctores Alberto Nájera y Arturo Chamorro indican que la población africana había sido considerablemente mayor a la población europea y que, incluso, nuestro folklore jalisciense tiene ese toque de coqueteo, corporalidad y faldeo gracias al aporte africano.
La multiculturalidad que caracteriza al México de hoy y ante eso, la interculturalidad que se va creando, nos lleva hacia la aceptación de un emergente cultural que cumpla con nuestras necesidades sociales, culturales, religiosas e identitarias, logrando que diferentes culturas puedan comunicarse y dialogar en un mismo espacio.
La danza y la música se convierten en herramientas perfectas para generar un diálogo entre las culturas y propiciar la interculturalidad, generando que las identidades no sólo queden flotando ni se imponga una sobre otra, sino que originan una transformación cultural o bien, el nacimiento de una cultura híbrida pues como dice Jorge Castellanos “las raíces sembradas en una tierra nueva, sólo pueden producir con el paso del tiempo nuevos frutos”.